martes, 11 de octubre de 2011

Ahora es preciso que sacudas tu pereza

-Ahora es preciso que sacudas tu pereza--me dijo el Maestro- porque no se alcanza la fama reclinado en blanda pluma ni al abrigo de las colchas; y el que sin gloria consume su vida deja en pos de sí el mismo vestigio que el humo en el aire o la espuma en el agua. Ea, pues: levántate, domina la  fatiga con la voluntad, que vence todos los obstáculos mientras no se envilece con la pesadez del cuerpo. Tenemos que subir todavía una escala mucho más larga. Fragmento del canto XXIV  infierno, la Divina Comedia.
Dante en su viaje a través del infierno, es exhortado por Virgilio a continuar el camino. La pereza, el desánimo, la fatiga; son continuas compañeras durante toda la vida: ¿por qué continuar?. ¡Porque nos espera la Gloria!, no la gloria que da el mundo, que es nada. ¡Nos espera la Gloria de Dios! y Dios y toda su creación aguarda expectante nuestras obras.


"Y considero que los sufrimientos del tiempo presente no guardan proporción con la gloria que se nos prepara y va a ser manifestada. Porque la creación, en ávida y desvelada espera, aguarda paciente la manifestación de los hijos de Dios" (Romanos, 8:18-19)

sábado, 8 de octubre de 2011

Belleza en Auschwitz

¿Quién no se ha visto en alguna ocasión en medio de un abismo?, ¿Quien no se ha sentido cercado y devorado por la pena, el dolor, la melancolía?. Se podrían citar tantas poesías, tantos versos en los que el poeta se recrea y ahonda en su pena... a veces tanto que el mismo poeta concluye que es obsceno continuar y se lanza desesperado a los brazos de la muerte.

Viktor Frankl, un judío que por el 1942 trabajaba como neurólogo y psiquiatra en Viena, fue deportado al campo de concentración de Theresienstadt. En 1944 fue trasladado a Auschwitz y posteriormente a Kaufering y Türkheim, dos campos de concentración dependientes del de Dachau. Al ser liberado escribió un libro titulado "El hombre en busca de sentido" donde cuenta sus experiencias en los anteriormente citados campos de concentración. En ese libro puede encontrarse el siguiente fragmento:
Si alguien hubiera visto nuestros rostros cuando, en el viaje de Auschwitz a un campo de Baviera, contemplamos las montañas de Salzburgo con sus cimas refulgentes al atardecer, asomados por las ventanucas enrejadas del vagón celular, nunca hubiera creído que se trataba de los rostros de hombres sin esperanza de vivir ni de ser libres. A pesar de este hecho -o tal vez en razón del mismo- nos sentíamos trasportados por la belleza de la naturaleza, de la que durante tanto tiempo nos habíamos visto privados. Incluso en el campo, cualquiera de los prisioneros podía atraer la atención del camarada que trabajaba a su lado señalándole una bella puesta de sol resplandeciendo por entre las altas copas de los bosques bávaros.

¡Cuan necesitado está el mundo de esos camaradas que señalan, que apuntan hacia lo bello, y nos invitan a salir de nosotros mismos, de nuestras miserias, para contemplar la belleza!. Siempre, aunque estemos en el peor de los infiernos, podemos levantar la vista, contemplar la belleza y sentir que la belleza nos salva, porque nos habla de un Dios bueno, de un Dios que tiene la última palabra en su creación y que con Cristo decidió que la última palabra no la tuviese la muerte.

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas  viejas pasaron; 
he aquí todas son hechas nuevas." (2 Corintios 5:17)

Como recuerdo a todas esas personas que pasaron por la misma situación que Viktor: "Auschwitz" de León Felipe.





viernes, 7 de octubre de 2011

Belleza inherente

¿Alguien al contemplar un paisaje no se ha sentido desbordado por una inexplicable emoción estética?. Cuando contemplamos un cuadro podemos quedar embargados de la misma emoción estética, y sabemos que es el artista quien ha suscitado esa emoción en nosotros. ¿Pero y en el caso de la naturaleza?

"Y vio Dios todo lo que había hecho y he aquí que estaba muy bien" (Génesis, 1:31)


Arrojo aquí los versos escritos por un poeta, que durante algún tiempo contempló lo mismo que podéis ver en la imagen, con el único objetivo de suscitar en vosotros esa emoción estética.

El Duero corre, terso y mudo, mansamente.
El campo parece, más que joven, adolescente.
Entre las hierbas alguna humilde flor ha nacido,
azul o blanca. ¡Belleza del campo apenas florido,
y mística primavera!
[...]
Adiós, campos de Soria
donde las rocas sueñan,
cerros del alto llano,
y montes de ceniza y violeta.
Adiós, ya con vosotros
quedó la flor más dulce de la tierra.
Ya no puedo cantaros,
no os canta ya mi corazón, os reza...

miércoles, 5 de octubre de 2011

Una nube cubría la mente de los hombres

En el libro de  G.K. Chesterton "el hombre que era jueves" aparece esta carta dedictoria a su amigo Edmund Clerihew de la que adjunto un pequeño fragmento.

a Edmund Clerihew Bentley

Una nube cubría la mente de los hombres
y el tiempo corría gimiendo,
sí, una nube enfermiza sobre el alma
cuando fuimos muchachos juntos.
La ciencia anunciaba la nada
y el arte admiraba la decadencia;
el mundo estaba viejo y acabado:
pero tú y yo éramos alegres;
[...]
La vida era una mosca que decaía
y la muerte un abejón que picaba;
el mundo era realmente muy viejo
cuando tú y yo éramos jóvenes.
Retorcían hasta el pecado decente
dándole formas inmencionables:
los hombres se avergonzaban del honor,
pero nosotros no nos avergonzábamos.
Aunque débiles y simples,
en eso no caíamos, en eso no;
cuando aquel negro Baal cubrió los cielos
no obtuvo himnos de nosotros.

Esta carta junto incluida en el libro "el hombre que era jueves" fue publicada en el 1908, aunque parece haber sido escrita hoy. Si, el mundo sigue viejo, decrépito... ¿pudisteis estar alegres en un mundo así, en un mundo donde la ciencia anunciaba la nada, donde la gente se avergonzaba del honor?. Si, si que lo fuisteis, porque sabíais que ese negro Baal, ese falso dios, esa ilusión, esa mentira que cubría el cielo a las gentes no era vuestro Dios.


Y es que es obra del diablo tiznar el cielo para hacer creer a las gentes que ha desaparecido, para así poderlas hacer esclavas del mundo...

 ¡Ánimo!, hay que apartar ese hollín negro del cielo, hay que contemplar el cielo, hay que mostrar ese cielo a los demás, para poder recuperar la alegría que nos arrebata el mundo.

“Estad siempre alegres en el Señor, os lo repito, estad alegres” (Filipenses 4, 4-5)
  

martes, 4 de octubre de 2011

Que tú estás aquí que existe la vida y la identidad



¿Qué de bueno hay en estas cosas?
que tú estás aquí que existe la vida y la identidad
que prosigue el poderoso drama
y que tú puedes contribuir con un verso

¿Cual será su verso?

En apenas dos minutos se plantea una pregunta fundamental "¿Cual será su verso?", es decir ¿qué hará con su vida?, y es que sólo los hombres podemos plantearnos esta pregunta, en palabras de Ortega y Gasset "No somos disparados sobre la existencia como la bala de un fusil, cuya trayectoria está absolutamente predeterminada. La fatalidad es que caemos al caer en este mundo [...] Vivir es sentirse fatalmente forzado a ejercitar la libertad." ¿Han pensado ya cual va a ser su verso...?