viernes, 7 de octubre de 2011

Belleza inherente

¿Alguien al contemplar un paisaje no se ha sentido desbordado por una inexplicable emoción estética?. Cuando contemplamos un cuadro podemos quedar embargados de la misma emoción estética, y sabemos que es el artista quien ha suscitado esa emoción en nosotros. ¿Pero y en el caso de la naturaleza?

"Y vio Dios todo lo que había hecho y he aquí que estaba muy bien" (Génesis, 1:31)


Arrojo aquí los versos escritos por un poeta, que durante algún tiempo contempló lo mismo que podéis ver en la imagen, con el único objetivo de suscitar en vosotros esa emoción estética.

El Duero corre, terso y mudo, mansamente.
El campo parece, más que joven, adolescente.
Entre las hierbas alguna humilde flor ha nacido,
azul o blanca. ¡Belleza del campo apenas florido,
y mística primavera!
[...]
Adiós, campos de Soria
donde las rocas sueñan,
cerros del alto llano,
y montes de ceniza y violeta.
Adiós, ya con vosotros
quedó la flor más dulce de la tierra.
Ya no puedo cantaros,
no os canta ya mi corazón, os reza...

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